Más concretamente, hablaré de los mitos o prejuicios que han existido y que, por desgracia, hoy en día siguen existiendo sobre ir al psicólogo.
Hay muchas personas que sufren problemas que solo los puede solucionar un profesional, pero a la hora de la verdad muchas se niegan a comenzar un proceso de terapia debido a los mitos que giran alrededor de la misma. Esto hace que para algunas personas ir al psicólogo resulte una decisión difícil de tomar. Pero, todos estos mitos son ideas erróneas sobre el proceso terapéutico, fundamentados en la información equivocada que circula, o también promovida por prejuicios de la sociedad. Algunos de estos falsos mitos son los siguientes:
-Ir al psicólogo es cosa de locos: Este es el más sonado de todos, y es totalmente todo lo contrario, hay que estar muy cuerdo para cruzar el umbral de la consulta de un psicólogo por primera vez. Iniciar terapia significa que la persona está interesada en mejorar, y que está buscando aún más cosas (ya sean herramientas, autoconocimiento, oportunidades) que van a ayudar a que, si se presenta algún problema o una situación particular, se pueda enfrentarlo de una mejor manera. Tomar la decisión de ir al psicólogo es uno de los actos más valientes que existieron nunca, ya que abrirse en canal y contarle tus problemas a un desconocido no es nada fácil. Por lo tanto, este mito es totalmente falso, ir a un psicólogo no es de estar loco ni mucho menos.
-Para qué ir al psicólogo si puedo hablar con un amigo: Muchas personas se creen que ir al psicólogo es ir a hablar y conversar una hora con el terapeuta, y que, al final de esa charla, el paciente se irá con algún consejo que el psicólogo pueda darle después de esa charla que tuvieron. Pero esto no funciona así. Entre el psicólogo y la persona que acude a él se crea una relación en la cual el psicólogo va formando el camino para que la persona pueda descubrir aquello que ya sabe, pero que por algún motivo no puede acceder a ello y no puede ponerlo en palabras. Entre psicólogo y paciente hay una relación recíproca de trabajo, de confianza, y de compromiso con el proceso; hay una colaboración mutua, y todo esto es lo que va a permitir que se vaya construyendo el camino a conocerse y a que vayan surgiendo determinados cambios. No se trata sólo de dar consejos, sino de otros métodos más complejos que no puede hacer un amigo.
-Pedir ayuda: Para algunas personas resulta realmente complicado pedir ayuda o dejarse ayudar, porque creen que es cosa de débiles. La pregunta en este caso que uno se puede plantear es, si viese a un ser querido en una situación similar a la mia, ¿qué le diría? Seguramente le aconsejaríamos que pidiera ayuda a un profesional, entonces, esto mismo es lo que nos tendríamos que aplicar a nosotros mismos.
-No voy a al psicólogo porque yo estoy bien así: La persona que decide iniciar un proceso terapéutico no tiene por qué estar enfrentando algo puntual en ese momento. Es verdad que gran parte de las primeras consultas son motivadas por algo preciso que pueda estar atravesando la persona, pero el iniciar terapia implica mucho más que resolver un problema, o una situación que se este viviendo en ese momento. Hacer terapia es un proceso de autoconocimiento, de hacerse cargo de lo que a uno le pasa, y requiere mucha fortaleza y responsabilidad. El fin último de la terapia no es resolver un problema, o evitar sentir tristeza, angustia o sensaciones negativas. Sus fines, entre otros, son poder brindar a la persona herramientas, ayudando a reconocer sus fortalezas y aprender a desarrollar su potencial.
-La figura del psicólogo: Un mito famoso que cree la mayoría de las personas es el siguiente: un psicólogo es un sabio o alguien que sabe más de la vida y de quien aprender o escuchar. Esto es totalmente erróneo. Un psicólogo es un profesional formado y con experiencia en comportamiento humano, qué factores pueden hacer que se mantengan situaciones y qué estrategias facilitan el cambio deseado.
-Ir al psicólogo a que me arreglen: Las personas que acuden a consulta no tienen nada roto que arreglar, sino que han adquirido una serie de hábitos ante determinadas situaciones que les están resultando problemáticas. Cambiarlos será un trabajo en equipo en que el psicólogo tiene un papel importante, pero no puede realizar él todo el trabajo, necesita la práctica y el compromiso de la persona.
No nos podemos dejar engañar por estos mitos o prejuicios, no podemos dejar que esto influya en nuestra decisión de ir a un psicólogo.
Muchas personas al contarle a alguien su decisión de ir, les suele mirar con cara extraña o simplemente se ríen, y la pregunta es, ¿por qué?, ¿qué tiene de raro o malo ir a un psicólogo? Absolutamente nada, no hay nada raro ni malo en acudir a este sitio, al revés, iniciar una terapia demuestra el interés que tiene la persona en una mayor comprensión de sí mismo y en cambiar, lo cual requiere de un gran valor. Por lo tanto, estas personas deberían ser dignas de admirar.
Además, la mayor parte de las personas, al final de su terapia, salen satisfechas y mucho más felices de lo que entraron.
Cada vez más personas se ponen en manos de un profesional cuando su salud mental está en riesgo, pero ir al psicólogo sigue siendo un tema tabú, y debemos acabar con esto. Que no te de vergüenza o miedo acudir a un psicólogo, es una decisión muy buena que más personas deberían tener el valor de tomar.
Hola Sheila esta semana me ha tocado el rol de comentarista y me ha parecido muy interesante tu publicación, creo que es un tema bastante tabú en la sociedad actual y es importante visibilizar un tema así, ¡un saludo!
ResponderEliminar¡Hola Sheila! Esta vez me ha tocado desempeñar el rol de comentarista y he elegido esta entrada de tu blog. Me parece muy interesante tu entrada, además pienso que puede servirle a la gente que no está muy decidida si ir o no a un psicólogo y les puede servir como empujón para hacerlo. Me ha encantado, ¡Buen trabajo!.
ResponderEliminar¡Hola Sheila! Mirando tu blog me he decidido a comentar esta publicación ya que me ha parecido muy interesante y a la vez muy motivadora para aquellas personas que todavía tienen esos prejuicios, ¡un saludo!
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